martes, mayo 09, 2017

Batallas por la memoria

Probablemente uno de los temas más difíciles y desafiantes de determinar sea esa zona donde derechos humanos y el sector de la sociedad civil involucrado se relacionan con la (perdón por las comillas) “gente común”, es decir, aquellos (muchos, mayoría) que no tienen un vínculo afectivo y simbólico con lo que pasó. Se escribió y pensó mucho al respecto, y muchos podrían con buenos argumentos pensar que es imposible que no haya “vínculo” entre cualquier ciudadano y la Historia, esa Historia. Una forma de abordarlo podría ser pensarlo en la geografía, como una tensión entre centro y periferia: la memoria es urbana, céntrica, organiza la ciudad, y tiene muchas veces una suerte de preponderancia de clase y se debilita hacia la periferia. Es un campo de lucha donde quienes mejor detentan un capital cultural se imponen, ejercen su memoria (la dictadura se cobró también víctimas en las clases medias, como nos recuerda Javier Trímboli que decía Tulio Haperín Donghi en “¿Qué quiere la clase media?”), y las víctimas y la violencia en las clases populares podrían significar un menor sobresalto, ya que esa violencia estatal es, fue y será una constante para los pobres. Algo así. Perdón si no soy tan específico o suena como mala sociología.

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